Ludopatía, la Esclavitud de la Tercera edad

No hay un perfil único del jugador compulsivo pero hay sectores de la población más en riesgo que otros, uno de ellos es el de las personas jubiladas, es gente acostumbrada a realizar una labor y repentinamente se encuentra con mucho tiempo libre y se sienten estimulados mentalmente, en un lugar donde se pueden divertir y socializar. El problema es que en vez de incluir esta diversión junto con otras actividades el juego pasa a ser  su única forma de esparcimiento.

Tratamiento: para mejorar las posiblidades de éxito han de combinarse distintos tipos de terapias. La terapia farmacológica es de gran utilidad, ya que los medicamentos ayudan a frenar los impulsos y a manejar los sistemas de regulación de la conducta. Se administran fármacos inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, empleados también en el tratamiento de la depresión. Ultimamente se usa la naltrexona, un fármaco que frena la impulsividad. No obstante, los fármacos se acompañan de psicoterapia individual, que tiene como objeto reforzar las conductas positivas y extinguir las negativas, y de terapias familiares, ya que la actitud positiva y correcta de la familia ayudan a mantener al jugador alejado de las apuestas. DMedicina.com

Con más frecuencia vemos ahora personas que no pueden tener plata (propia o ajena), en la mano sin correr a jugársela al casino o a las máquinas de juegos; gentes que pasan día y noche entre las famosas “maquinitas”, en una vehemencia enfermiza de la que no pueden alejarse. “Hay una búsqueda imposible de llenar, un vacío que no se llena. El saldo ineludible es que, al final, no sólo se quedan con el vacío interior sino, también, con los bolsillos vacíos. Esto es terrible para las personas que tienen poco dinero. En otras palabras, es la dramatización compulsiva de una pérdida vivida con anterioridad y el constante intento de su negación. Como el vacío interior no se llena, si eventualmente se ha logrado ganar, la euforia transitoria lleva a buscar ese “algo más” que hace que el juego se prolongue. En realidad, tratan que el juego no termine o de que el final traumático no se reproduzca”. Reflexionesdelavidadiaria.com

Es interesante recordar que, para la mayoría de los jugadores compulsivos, el dinero obtenido por el juego es algo que se suele “reventar”; se gasta en una exaltación eufórica, que hace que éste desaparezca. Esto denota, también, la dificultad que tienen estas personas para contener lo propio, conservar sus vínculos, fortalecer su economía (en todo sentido). Esto le sucede a Rosa Mundy, de 64 años, es feriante de oficio, su dinero es escaso y, aún así lo gasta de forma compulsiva sin remordimientos. “Vivimos las dos en una casa, pero el peso me lo llevo yo porque no cuento para nada con apoyo, siempre en el negocio de la esquina, fumando y perdiendo dinero constantemente en las máquinas”. Desesperada  comentó su situación, Adriana Mundy  de 70 años, quien convive con su hermana que sufre de ludopatía.

En el alma de un jugador compulsivo está el ansia omnipotente de convertirse en un elegido del destino. De pronto, siente que tiene el poder de dominar a la máquina. Esto tiene tal trascendencia que es como negar las más básicas ansiedades humanas, el temor a la muerte, la debilidad, la dependencia, el temor a la separación, al no control de la realidad, a la marginación, a las incertidumbres de la vida…  “Con su depresión endógena se evade con las máquinas y pierde y pierde…….si sabe que estamos mal pero no le importa…además pide dinero prestado a una señora y después no tiene con qué pagar, vende hasta las cosas de la casa y, se deprime con todas las deudas que tiene, pero nunca paga cuando gana, vuelve a jugar y a perder, se le hace un círculo vicioso”, agregó Adriana Mundy.

Es notoria la concurrencia de gente mayor, de la llamada “tercera edad”, a los Bingos y Casinos. Tal vez no todos puedan ser denominados “compulsivos”, pero se deduce que es una manera de llenar sus espacios de soledad. Es probable que no encuentren otra opción que el “distraerse” al no poder “recrearse” en el encuentro con la familia, los hijos, los nietos o los amigos. Es una forma triste de resignarse al destino, de entregarse a una suerte en la que se sienten perdedores, sentimiento que necesitan evitar “jugando a ganar”.

Cabe destacar, que la Sra Rosa Mundy  de la R. Metropolitana, posee una depresión endógena genética que acrecienta su adicción. Calzando precisamente con el párrafo anterior ya que su hijo vive en Argentina junto a sus únicos nietos y su otra hija, no le presta la atención necesaria “según ella”. Es decir, el sentimiento de soledad prevalece en este caso como motor de la vida de esta paciente de atención psiquiátrica, que está siendo atendida por su adicción al Juego en el CRS, Centro de Referencia de Puente Alto de Santiago.

El Diccionario de Psicología, define la adicción como “la tendencia imperiosa de la persona que pierde su capacidad de dominio en relación al consumo de drogas, al uso de objetos, a la repetición de actividades (juego compulsivo), hasta el punto de dañarse a sí mismo o a la sociedad”. Continuando con otra definición recordemos la de Belloch y otros en el Manual de Psicopatología Volumen I, refiere a la adicción no tóxica y la define como la “dependencia hacia un objeto o actividad donde no existe ingesta de ningún compuesto químico que ocasione cambios biológicos nocivos para el organismo” . Estos autores en el mismo manual desarrollan el término de dependencia psicológica que define la adicción al juego. Es una conducta persistente donde se pierde el control voluntario, incrementa la frecuencia o cantidad de la actividad a medida que pasa el tiempo. Es progresivo, lo paradojal es que por un lado se busca efectos placenteros y por el otro, se ve en esta patología el efecto negativo sobre el individuo y la sociedad.

Deje un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comienza